Este lunes, Islandia fue testigo de la erupción de un volcán en la península de Reykjanes, en la ciudad de Grindavik, marcando el cumplimiento de las advertencias emitidas tras una serie de sismos registrados el mes pasado. Aunque las autoridades informan que la actividad del volcán ha disminuido, la erupción ha dejado una impactante marca naranja en el cielo islandés.
Las señales de alerta comenzaron en noviembre, cuando la región experimentó miles de pequeños temblores, lo que llevó a la evacuación preventiva de Grindavik. El desplazamiento del magma, vinculado a esta actividad sísmica, precedió a la erupción del lunes.
Islandia, con 33 sistemas volcánicos activos, es conocida por su actividad geotérmica. Aunque la erupción ha iluminado el cielo en la península de Reykjanes, las autoridades instan a la población a mantenerse alejada de la zona debido a los posibles riesgos y advierten sobre la emisión de dióxido de azufre, que podría afectar la calidad del aire en los alrededores.
Expertos en vulcanología indican que se trata de una erupción «fisural», considerada de bajo riesgo para la población, pero se monitorea de cerca debido a la incertidumbre sobre su duración. En los últimos meses, Islandia ha presenciado varias erupciones, consolidando su reputación como una tierra de fuego y hielo.
