El cohete Starship de SpaceX, destinado a transportar eventualmente astronautas a la Luna, estuvo cerca de completar un vuelo de prueba, pero se destruyó al ingresar a la atmósfera.
Aunque alcanzó con éxito la órbita baja, durante el reingreso a la atmósfera perdió comunicación con el control de la misión y se presume que se quemó o desintegró, o bien, se estrelló en el Océano Índico.
A pesar de este revés, el vuelo representó un hito en el desarrollo de la nave espacial crucial para SpaceX y la NASA. Bill Nelson, jefe de la NASA, felicitó a SpaceX por lo que llamó «un vuelo de prueba exitoso». La Starship despegó desde el sitio de lanzamiento Starbase de SpaceX en Texas y alcanzó altitudes máximas de 234 kilómetros.
Aunque este vuelo se consideró un éxito en términos de avance técnico, también subrayó los desafíos que enfrenta SpaceX en el desarrollo de la Starship. La compañía ha adoptado una cultura de ingeniería que tolera el riesgo y utiliza pruebas para identificar y corregir fallas. A pesar del resultado, el desarrollo de la Starship continúa, aunque aún está lejos de estar completamente operativa.